lunes, 17 de febrero de 2014

De los errores se aprende...?

Si tuviéramos la capacidad de aprender de los errores ajenos, los errores habrían dejado de existir muuuchas generaciones atrás. 

Es curioso ver cómo, independientemente de los años y de las épocas, el humano sigue patrones similares de comportamiento social. Tendremos ordenadores, coches, aviones, tanques, tuberías, televisiones... Pero la venganza, los amores y el cortejo, el odio, la amistad, la fraternidad, el beber y comer juntos... Todo eso no ha cambiado. Es evidente que son sentimientos, pero podrían haber evolucionado como otras muchas cosas, no? Seguimos celebrando con una copa de vino nuestros éxitos y nuestros fracasos de la misma forma que se hacía en la época clásica, con la diferencia de que antes se hacía en una jarra de cerámica, y ahora de vidrio. Antes en el triclinium y ahora en un sofá que te masajea. Miles de años atrás y los sentimientos son los mismos. Es genética, es el código y patrón de comportamiento.

Los comportamientos y costumbres que no se alteran con el tiempo son los que definen realmente la identidad de nuestra especie. Es curioso que ya el humano haya erradicado enfermedades, pandemias, regímenes políticos, especies animales (peligrosas o no), haya aprendido a manejar a su antojo el fuego, los materiales, los elementos, las energías, el viento, el mar... todo. Pero seguimos tropezando con las mismas ínfimas piedras de la venganza, el odio, amar a quien te hace daño, confiar en quien no debemos, traicionar a quien no debimos, llorar por problemas insignificantes y no darle importancia a cosas vitales.

Después de todo esto no se si pensar que realmente podamos ser considerada una especie inteligente o, sólo una especie increíblemente preparada para la evolución orientada a la supervivencia además de curiosa, original e inventiva.


En definitiva, cuántas veces le habrán dado el MISMO consejo, nuestros antepasados a sus hijos, uno detrás de otro, sin excepción, hasta que nuestros padres nos lo han dicho a nosotros. Y os aseguro que NINGUNO de ellos, incluido tu que me estas leyendo, ha hecho ningún tipo de caso. Es jodidamente fascinante. Hasta que no fallamos no aprendemos. Por eso arriesgarse es ganar o aprender. Y si no se falla no se avanza. Si no nos levantamos no avanzamos.

Y por más que nos prevengan de dónde está la piedra, seguiremos a nuestro aire y tropezaremos, o no... Porque somos así. Pero hasta que no tropiezas, no sabes cómo levantarte. Es como el sistema inmunológico que, sin meterme en tecnicismos o berenjenales que no controlo, sabemos que hasta que los glóbulos blancos no llegan a la nueva amenaza y mueren, no se crean los nuevos glóbulos que, tras aprender, pueden hacer frente alnuevo problema. En eso se basan las vacunas... Ojalá existiera una vacuna para la vida, no? Problemas pormenorizados que resolver fácilmente para aprender a resolverlos exponencialmente. Deja de flipar, Antonio, equivocarse y aprender, con el tiempo y haciendo memoria, es más divertido y se aprende mejor.

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