miércoles, 19 de octubre de 2011

Imperfecto orden, perfecto caos.

Bienvenido de nuevo a una pequeña parte de mi pensamiento y reflexión!! Hacía tiempo que no escribía pero hoy justo antes de cenar, me ha venido a la mente un tema que sin duda tenemos delante nuestra cada día y que se manifiesta contínuamente. No es otra cosa que el ying y el yang, o el bien y el mal, o más específicamente, el Orden y el Caos.
Para mí no hay ningún tipo de duda en que nuestro universo se rige por la tendencia al equilibrio entre el orden y el caos. Esta estructura forma parte del humano de la forma más íntima que nos podamos imaginar. Quiero decir que cada día, sin excepción, a lo largo de la rutina del día nos levantamos, vamos a la facultad o al curro, trabajamos, y ciertamente no es algo con lo que disfrutemos apasionadamente. Precisamente que no sea algo que nos agrade en exceso hace que al llegar a casa nos sintamos reconfortados. Es lo opuesto a lo que estábamos haciendo. Por el contrario, si en lugar de estar trabajando estamos tomándonos algo con los amigos y llega la hora de irse a casa, esta opción ya no nos agradará tanto, tratándose de lo mismo idénticamente. Si no tenemos nada que hacer y estamos en casa todo el día nos aburrimos. Esto en sentido estricto es irónico ya que se trata de la misma acción con diferentes resultados. En mi opinión se trata de que el humano vive de los contrastes, para disfrutar de algo primero hemos tenido que "no disfrutar", y cuanto peor lo pasemos en un determinado momento, mas nos va a satisfacer acabar con ese momento.
Este ejemplo puede extrapolarse a cualquier ámbito. Quién no ha pensado nunca que la comida le sabe mejor cuanta más hambre tenga o ha disfrutado más en la cama cuanto más pesado se le hubiera hecho el día.
Además la causa de nuestro sufrimiento puede ser en sí mismo causa de felicidad, por el mero hecho de su cese. Por ejemplo, mis clases de Derecho del Trabajo. Asistir a ellas supone un martirio por la materia en sí y por su docencia, pero, al acabar 10 minutos antes de lo previsto, por el simple hecho de que cese, la persona   encargada de la docencia pasa de martirizarme a satisfacerme plenamente, en una milésima de segundo.
Volviendo al tema del orden y el caos, creo que el humano no está preparado para el término medio. Necesita ir cambiando, por tanto, de orden a caos y de caos a orden constantemente, contrastando y comparando. NOS ABURRIMOS, si nos quedamos contínuamente anclados en un punto. Hay gente que lleva infinidad de tiempo en una relación sentimental y, harto, le comenta a su compañero que como añora la soltería para poder disfrutar de los placeres de la soltería. Su compañero obviamente no va a estar del todo de acuerdo si esta hundido en una solterona rutina, y viceversa, pues el soltero le dirá que envidia lo que al otro le parece rutina. Se necesita alternancia.
No existiría el bien si no hubiera mal . De aquí deducimos que para que haya personas buenas, es necesario que haya personas malas. Vaya ironía. De la misma forma que si no hay sufrimiento no hay placer, y si no hay generalidad, no hay exclusividad. Si todo el mundo tuviera todo lo que quisiera, nadie estaría satisfecho. Siempre se quiere tener algo que los demás no tienen. Es inherente al humano. Si todo el mundo tuviera un ferrari impresionante, dejaría de ser un artículo de lujo, se devaluaría e incluso no lo usaría nadie. Y no olvidemos que estamos hablando de exactamente el mismo coche que ahora miles de personas ansían.
Si todo el mundo fuera bueno y generoso, éstas características pasarían a ser habituales y no se valorarían.
Por ejemplo, sin ir mas lejos, la originalidad, es una virtud de ciertas personas. Va contra su propia definición (de "original") el hecho de que todo el mundo lo fuera. Cada una de las cosas que nos definen de forma específica tienen la cualidad de definirnos basándose en el hecho de que no todo el mundo es así, solamente una minoría. Y cuanto menos posean esa cualidad, mas definitoria será de nuestra personalidad.
Estoy mezclando el tema del orden y el caos con el de la Exclusividad pero es que en cierta parte están íntimamente ligados y como esto no es ningún trabajo para la facultad, me siento libre de escribir conjuntamente sobre las 2 cosas.

El cristianismo mismo, derivado de la cosmovisión de Platón sobre el bien y el mal, lo perfecto y lo imperfecto, acaba en definirnos nuestro destino entre el Cielo, y el Infierno, nosotros que nos encontramos en el punto medio. Hay gente buena, y gente mala y el día de nuestra muerte se conjugarán las buenas acciones y los pecados para finalmente determinar nuestro destino eterno. Orden y Caos.
Y es que los polos opuestos se atraen, se complementan, desde la física más pura a la realidad de la convivencia entre humanos. El caos necesita del orden para existir. Los humanos nos observamos y nos distinguimos los unos de los otros necesariamente y somos buenos y malos, avariciosos y generosos, nos distinguimos y cambiamos. El cambio, ese cambio, es el que estructura el universo. El orden y el caos rigen la existencia. La vida, y la muerte. La felicidad que tanto ansiamos, que obviamente solo se da por momentos e instantes. Nadie que esté leyendo ésto es capaz de de decir que nunca se ha sentido feliz, aunque sea por un mínimo instante. Se dice a menudo que para eso vivimos, pero la gente no comprende que la felicidad tiene su base en el CAMBIO, pues la felicidad eterna es por definición, imposible para el humano pues si fuéramos siempre felices no existiría el sufrimiento y por ende, tampoco la felicidad. Es como el ejemplo de la estancia en nuestra casa que supone felicidad tras el CAMBIO de estar en clase, pero que puede suponer sufrimiento o aburrimiento en otros casos en los que el cambio no existe o está orientado en sentido contrario. Por tanto, el objetivo del humano es aprovechar y conseguir cuantos más momentos felices mejor, sabiendo y teniendo en cuenta que siempre que existan esos momentos, va a haber también de sufrimiento y por desgracia, suelen ser éstos últimos los más comunes. Aun así la inmensa mayoría consideramos que merece la pena, es decir, que nuestra existencia tiene sentido. Y si nuestra existencia tiene sentido, sí merece la pena vivir, por eso, por esos momentos felices, tanto solos como acompañados por los nuestros. Y si aguantamos los embates de la vida y el sufrimiento es porque estamos seguros de que vendrá EL CAMBIO, de nuevo este término que tan hondamente tenemos en mente que seguro que sucederá. Por tanto, sin darnos cuenta, al asumir que merece la pena esperar y buscar esos momentos, asumimos que vendrán los malos y también damos por hecho que el cambio existe. Es por eso que es lo que rige y da sentido a nuestras vidas. El cambio.