miércoles, 30 de abril de 2014

¿Realmente deseamos dinero?

Creo que sólo los numismáticos y coleccionistas de celulosa son los que realmente anhelan el dinero propiamente dicho. En cualquier otro caso, desear dinero es una vaga forma de expresar nuestros deseos materiales. Es el dinero UNO de los medios para conseguir nuestros deseos materiales. Tu quizás quieras un coche, y yo querré un avión. De cualquiera de las formas, el dinero es una vía común para la consecución de ambos objetivos.

Por eso es cómodo decir que queremos dinero. Pero quizás sería mucho más interesante ponerse en la situación de que no existiera el dinero y, para cada cosa que quisiéramos, tuviéramos que tomar un camino diferente o realizar una serie de pasos distintos. Habría que replantearse las prioridades. Ya no sería tan fácil la respuesta a qué 3 cosas pediríamos a un genio. El dinero ocupa espacio, pervierte y apesta. Ese billete o moneda que has tocado hoy ha pasado por miles de manos y es en este punto en el que dejo volar vuestra imaginación a ese respecto porque no pretendo hacer de este texto algo escatológico. Lo que vengo a decir es que es muy cómodo desear dinero, muy fácil. Es el comodín del deseo. Es con lo que muchos aplacan la necesidad de tener un objetivo en la vida. Acumular riqueza. Es "la cosa" más útil, fungible e indeterminada de todas. Convertible en casi cualquier cosa. Tu dame dinero, que yo ya veré lo que hago con él.

Sin embargo, hay momentos en los que deseas una cosa concreta, y ahorras para ella. Pensemos en un disco de música valorado en 20 euros. Si llega un genio y te dice: ¿qué prefieres, 20 euros o el disco de música que tantos deseas? Lo más probable es que elijamos el disco aunque con esos 20 euros tenemos la posibilidad de elegir entre miles de artículos o actividades. Pero tu quieres ESE disco. No quieres el dinero.
Otro supuesto más curioso es que ese genio te diera a elegir entre el disco nuevo de tu grupo favorito valorado en 20 euros o, a cambio, la discografía entera con extras de un grupo de música que ni conoces, valorado en, por ejemplo, 100€ (entendamos el ejemplo en el contexto ideal, no tendríamos la posibilidad de revender la discografia, conseguir dinero de mas etc). Lo más probable es que elijamos el nuevo disco de nuestro grupo favorito. Sin embargo no creo que ésto se deba a que, en otra circunstancia, estuviéramos dispuestos a pagar 100 euros por él, sino que, visto de otra forma, no le otorgamos valor alguno a una discografía completa de un grupo que no nos gusta y que no podemos revender para, más adelante, invertir ese dinero en algo que nos guste. Directamente hablando, si las cosas que no queremos no tuvieran un potencial valor pecuniario, no valdrían absolutamente NADA para nosotros. Por tanto, siempre vamos a preferir el disco de nuestro grupo favorito de 20 euros antes que la discografía de todos los grupos de reggaetón del planeta tierra, aunque ello suponga colmar estanterías con CD's y contenidos extra, con el consecuente aumento patrimonial que ello conlleva pecuniariamente hablando.

En definitiva, el dinero solo se quiere por su capacidad de mutar en aquello que realmente deseamos y, a raíz de ésto, todo aquello que sea susceptible de ser convertido en dinero tiene valor para nosotros a pesar de no desearlo. Si no pudiera vender un diamante del tamaño de mi ojo, preferiría que me invitaran a una cerveza después de clase. Es, repito, vago el concepto de desear dinero por cuanto no es así al 100%. Si queremos peras, preferimos media pera antes que un camión de manzanas. Si queremos algo que no se puede obtener con dinero, se desmoronan nuestros esquemas y éste pasa a un plano secundario. Y digo plano secundario porque hoy día es necesario para ciertas cosas de la vida corriente, NECESARIAS, no deseables.
Pero en el momento en el que deseas algo "extra commercium", puede que te de más asco coger billetes gastados y que te resulte más incómodo aun tener mucho suelto y que la cartera pese. Puede incluso que llegues a sentir desazón e impotencia. Un nuevo punto de vista y una reestructuración de las prioridades, de lo poco que sirve el dinero en ciertas circunstancias y que, en general, cuando lo que se desea es dinero (con las necesidades básicas/fisiológicas cubiertas) pura y llanamente, es porque o bien llevas una vida plena, o bien no te has planteado qué es lo que realmente quieres o necesitas.

Yo tengo muy claro que no soy numismático.